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enero 2021

Alimentación y observación en vacunos.

Xan Pouliquen Kerlau
Formador OBSALIM® acreditado para España

En estos tiempos, la cría de animales está inmersa en un contexto bastante convulsionado e incierto. La liberalización y desregulación de los mercados de la leche, carne y pienso, la especulación a la que están
empezando a estar sometidos, y la volatilidad de precios que resultan, hacen que vivir de la producción de vacas, cabras y ovejas se haga cada vez más complejo. Cada vez más, la supervivencia de la granja está relacionada con la capacidad de llevar a cabo una gestión exquisita, con un nivel cada vez mayor de exigencia sobre esta tarea fundamental del ganadero o ganadera: gestionar.
En la producción animal, la alimentación es el puesto de gasto más alto. Por lo tanto, mejorar la gestión de las granjas pasa por vigilar y controlar el coste en alimentación. De allí que el control de la alimentación sea cada vez más lo que determine la rentabilidad de la granja. Esta situación explica la extensión del recurso a nutrólogos y nutrólogas, como asesores de la granja para la mejora constante del rendimiento de la alimentación. Y de esto hablan los animales…
Ya se sabe que el proceso de racionamiento introduce errores. Es frecuente que la ración propuesta por el nutrólogo sea distinta de la que quiera dar la ganadera, a su vez distinta de la que realmente da, a su vez distinta de la que come la vaca. De allí que los resultados productivos sean a menudo distintos de lo previsto. A estos puntos de error, debemos añadir otros más:

  • La teoría de la nutrición que utiliza el programa informático, puede ser más o menos pegada a la realidad, quién sabe.
  • Tablas de composición de los alimentos utilizadas en los programas, que no tienen por qué corresponderse con los que se usan en cada granja.
  • Transformación del alimento por el animal, que por distintas razones puede no ser del todo eficiente.

Como se ve, son numerosos los puntos en que se genera un error que reduce lo que buscamos: la máxima eficiencia en la transformación del alimento en leche o carne. Algún que otro profesional está usando ya este indicador, en forma de litros producidos/materia seca ingerida, al cabo de múltiples tomas de datos y aproximaciones. De allí surge una idea alternativa:
Francamente, no se trata de algo nuevo, ¿verdad? De toda la vida, los ganaderos han mirado a sus animales y sacado conclusiones sobre su alimentación: nivel de producción, falta de condición corporal, brillo del pelo, consistencia de las heces… son todos ellos indicadores de algo para quien está a diario con los animales.
Lo que viene a presentar este artículo es un método innovador de análisis y actuación, que se basa precisamente en la racionalización de estas observaciones, de allí su nombre: OBSALIM®, por OBSservación de la ALIMentación.

¿Por qué observar animales?
El proceso de racionamiento es básicamente un método a priori: diseñamos una ración ideal, y el objetivo es adaptar nuestra práctica de alimentación a esta ración. Si los resultados obtenidos no se corresponden con lo planeado por el ordenador, la culpa tiende por desgracia frecuentemente a atribuirse a malas prácticas por parte del ganadero, o mala comunicación entre ganadera y veterinaria, pero no a la ración que sale del ordenador.
Desde una perspectiva opuesta, podríamos intentar hacer una valoración a posteriori: observar cómo les sienta a los animales lo que les estamos dando de comer, y de allí deducir si la ración está bien o está mal, para poder corregir nuestra forma de alimentar. Este es el enfoque OBSALIM®.

Con esta forma de analizar, podemos a mayores corregir un defecto de la teoría de la alimentación animal. En efecto, ésta se inicia sobre unas estimaciones de necesidades diarias, pero no atiende en absoluto a la distribución de la comida durante el día, las diferencias entre noche y día, la secuencia de oferta de los alimentos al ganado, etc. Una ración puede estar muy equilibrada, pero una mala  distribución a lo largo del día puede hacerla muy ineficiente, situación que detectará OBSALIM®, permitiendo así una corrección en la distribución.
Como vemos, ambos enfoques no son contradictorios, antes al contrario: son complementarios, y así debe ser entendida la observación. Es una herramienta para valorar la ración que le damos a nuestros animales, y para corregir en su caso esta ración y su distribución, de cara a un uso más eficiente.

El rebaño nos da señales
El esquema habitual es bien conocido: los animales comen para mantenerse, producir y reproducirse, ya lo sabemos. Pero también hacen otra cosa; producen signos, “síntomas”, que nos dan indicaciones sobre el equilibrio de su ración. ¿Qué hace el exceso de proteína? Heces líquidas ¿Dónde va a parar el exceso de energía de una ración mal aprovechada? En las heces, claro. Pero también en crear síntomas, que son vías de evacuación de esta energía sobrante. Así lo muestra, por ejemplo, un goteo de los ollares (https://youtu.be/nAjS-XFu46I).  Si somos capaces de detectar los síntomas y analizarlos, seremos capaces de identificar lo que no funciona bien en toda la cadena del proceso de racionamiento, y por lo tanto de corregir y mejorar la ración. Esto es OBSALIM®.

Todo esto es cierto, pero a medias. No, no damos comida a ovejas, cabras y vacas para que absorban elementos y los transformen en leche o carne; no. Lo que hacemos es dar comida a unos microorganismos, que son los encargados de transformar estos alimentos en elementos asimilables por el animal. La diferencia es muy sustancial. Si el ecosistema ruminal, que de eso se trata, si el ecosistema ruminal, digo, no funciona, entonces el alimento no será absorbido, la ración no será eficiente. Por lo tanto, es básico, fundamental, crítico, importantísimo, que alimentemos bien a los microorganismos del rumen.
¿Y qué es alimentar bien a los microorganismos? Necesitan fundamentalmente tres cosas: alimentación regular, con equilibrio entre proteína y energía, a un pH constante.
Nada más. Pero nada menos. Cualquier desequilibrio en estos tres puestos, y la ración sale menos eficiente, perdemos producción, y vemos síntomas: las heces salen blandas, tenemos problemas de cojeras, se nos dispara la diferencia entre proteína y grasa en la leche, hay costras en los ojos…
Entonces, no; no por comer más un animal va a producir más: el equilibrio de los distintos nutrientes, la forma de distribución de la ración, la fibrosidad, todos estos elementos pueden hacer que mucho de lo que se coma no se convierta en leche o carne, sino en síntomas. Por lo tanto, no debemos obsesionarnos en hacer comer al animal, lo que queremos es que transforme lo que coma, lo que se vería por la ausencia de síntomas.

¡Basta de teoría! ¿Qué es lo que hay que mirar?
Antes que nada, nos pararemos a mirar la homogeneidad del rebaño y los grados de suciedad, en un corte delante/detrás y otro corte arriba/abajo de la cruz de la babilla. De allí sacaremos nuestras conclusiones sobre bienestar animal ligado a las instalaciones (suciedad cuarto trasero), y sabremos también si la alimentación está algo desequilibrada (suciedad debajo de la cruz).
OBSALIM® se detiene posteriormente en unos 150 síntomas que busca en el rebaño, como lo vemos en la figura. El método se basa en frecuencias estadísticas, por lo que no nos paramos a mirar vacas individuales, sino que se buscan los síntomas más frecuentes, más representados en el rebaño o el lote que observamos.
Completamos la observación con una recogida de heces, en un proceso donde buscamos, por un lado, ver mejor como son (residuos de granos, fibras…), y valorar el volumen (https://youtu.be/6ooe73K-2DE).
Un síntoma es particularmente importante: la zona pHG (https://www.youtube.com/watch?-v=pGm9N-BRTv0). La zona pHG revela una acidosis puntual muy importante, una gran destrucción del ecosistema del rumen, y por lo tanto evidencia una mala utilización de la ración. Sugiero que dejes de leer el artículo, y vayas a ver cualquier granja muy intensiva, en la que se come mucho concentrado en ayunas, y ¡verás el “lametón” en todas las vacas! ¡Alerta! ¡Perdemos leche! ¡Perdemos dinero!
A cada síntoma se le asocian 7 factores para el diagnóstico:

    • Energía fermentable y energía global, ligados al valor energético de la ración.
    • Proteína fermentable y proteína global, ligados a la proteína.
    • Fibra de estructura y fibra fina, ligados al tipo de fibra y su poder de hacer rumiar.
    • Estabilidad ruminal, ligada a la estabilidad del pH en el rumen.

Los síntomas, su descripción y sus factores asociados se recogen en un juego de cartas, y en una app. Estas son las herramientas prácticas que usarán la nutróloga o el ganadero para hacer un diagnóstico. Porque de eso se trata, de hacer un diagnóstico de cómo esta usada la ración. Sumamos los factores de las cartas, que darán el soporte al diagnóstico.

El diagnóstico
Los factores pueden mostrar deficiencias o excesos. Sí, sí, una ración puede ser excedente. Los animales no transforman lo que comen, tienen hambre, y por eso siguen comiendo, y comen demasiado. ¡Alerta! ¡Perdemos leche! ¡Perdemos dinero!
Se comparan los factores, y así se detectan desequilibrios entre energía y proteína, se detecta la inestabilidad ruminal y la falta de fibra eficaz para la rumia. Hay mucha FAD, sí, pero no hay briznas de hierba para rumiar, está todo picado: no hay rumia suficiente, el tránsito en el rumen es demasiado rápido, el pH baja, el animal no para de comer pero no asimila. ¡Alerta! ¡Perdemos leche! ¡Perdemos dinero!
Bueno, a estas alturas, ya nos toca ver un ejemplo práctico… Míralo: https://youtu.be/o3F3GTwqk-g

Ejemplo: Una ganadería
Nos parece que con todo lo que comen nuestras 80 vacas, deberían dar algo más de leche. Además, por mucho que solicitemos a la empresa que nos triture más el pienso, siempre se ven restos cuando limpiamos la sala de ordeño. Decidimos hacer un diagnóstico OBSALIM®. Tras 15 minutos de  observación, identificamos los siguientes síntomas:
zona pHG activada, espina dorsal abierta, heces con granos y fibras mayores de 2 cm, costras negras en los ojos, ollares con ribete.
¡Ufa, cuántos síntomas! ¡Esto pinta bastante mal, seguro! La suma de factores nos da los resultados siguientes:

¿Qué concluimos?

  • La ración está muy, pero muy desaprovechada. ¡Alerta! ¡Perdemos leche! ¡Perdemos dinero!
  • Se debe fundamentalmente a que no tenemos estabilidad ruminal.
  • La fibra que se come es fundamentalmente fibra muy fina.
  • Hay un efecto de distribución de la comida.

Traduzcamos…

Los animales no aprovechan todo lo que comen, porque tienen una bajada de pH brutal que destroza el equilibrio de los microorganismos. Gasto mucho en comida, y los animales comen bien, comen mucho, pero no dan toda la leche que se esperaría con una ración tan alta. ¿Por qué? Imaginemos una ración con carro mezclador. Imaginemos un maíz muy picado. Imaginemos un silo de hierba muy tierna, picada finito, finito. Imaginemos que metemos 12 kg de pienso. Imaginemos que picamos mucho para que las vacas coman mucho. Imaginemos que el carro mezclador distribuye a las 13:30. Bueno, ¡que no nos falte la imaginación!
¿Qué es lo que está pasando? Cuando llega la ración, los animales se abalanzan sobre la comida fresca, en una hora donde deberían ya empezar a tumbarse para rumiar; se pegan un atracón con mucho pienso y nada de fibra para rumiar. Acidosis posprandial inmediata: el pH baja en picado, los microorganismos mueren, no se digiere la comida, transita, sin más. Los animales siguen con hambre, por lo que siguen comiendo más y más, pero no hay leche en consecuencia. Tenemos muchas heces, con pienso sin digerir.
¿Cuáles van a ser las recomendaciones OBSALIM®? Se va a tratar de un debate entre el ganadero y el diagnóstico; presentamos varias posibilidades, y que la ganadera elija lo que puede hacer en sus  condiciones. En nuestro ejemplo, lo fundamental es la acidosis ruminal: debemos estabilizar el pH del rumen a toda costa. Para ello, deberíamos picar menos la mezcla, e substituir la fibra “fina” del silo y del maíz por una fibra que provoque más rumia. Hay que añadir paja entera o alfalfa. Si la formulación lo permite, también se puede transitoriamente añadir más bicarbonato o sal. El tiempo de mezcla se podría reducir, antes del nivel en que los animales empiezan a seleccionar.

Inmediatez, seguridad, independencia, coste nulo
El método es RÁPIDO. EL diagnóstico de un lote de 60-80 vacas no tarda más de 20 minutos. No hace falta esperar por los resultados de análisis ni por la próxima visita del nutrólogo.
Es SEGURO, porque las modificaciones que hacemos son de poco calibre, son pequeñas, iterativas, las controlamos continuamente, y tienen vuelta atrás inmediata.
La ganadera gana en INDEPENDENCIA, porque es un método simple que se puede aprender con dos sesiones de formación inicial. La experiencia tarda más, obviamente, pero el propio ganadero gestiona directamente su sistema de alimentación. Y es por lo tanto BARATO. Incluso da más beneficios…
Después de una formación OBSALIM® (https://www.youtube.com/watch?v=xMNEoP1jtV8) y
(https://www.youtube.com/watch?v=_k0mguxeBIE&feature=-youtu.be), nunca verás los animales de la misma manera. Al entrar en cualquier cuadra, ya verás como…

…los animales te hablan de su ración…

Para mayor información sobre el método OBSALIM®, puedes consultar:
https://www.facebook.com/METODOOBSALIM/
http://obsalim.com/ (en francés e inglés)
o mediante mensaje a: info@xangalicia.com

Fuente: Seleccionesveterinarias.com