
Historia y evolución del conocimiento de los parásitos del hombre y de los animales.
CR (Vet) Roberto Rufino Caro
Ciberboletin de ASARHIVE Nº 182.
Introducción
El parasitismo es una forma de interacción ecológica en la cual un miembro, el parásito, se beneficia por los recursos reunidos por otro miembro, llamado hospedador.
A través de su historia evolutiva, las especies han convivido con poblaciones de parásitos que han regulado, junto con otras interacciones ecológicas, tanto sus tamaños y sus estructuras poblacionales, como su conformación genética. De esta manera se considera que los parásitos tienen una influencia sobre los hospedadores, similar a la que cumplen los depredadores, los competidores y otros enemigos naturales. De hecho, la influencia de un parásito en un hospedador, puede afectar su respuesta a competidores y mutualistas, su reacción a las condiciones físicas del medio ambiente, su estado de salud, su capacidad reproductiva, su habilidad para obtener recursos, y hasta su propia subsistencia. Es así como la esencia del parasitismo descansa en la interacción parásito-hospedador.
El parásito se define como “un organismo que vive sobre o dentro de otro organismo viviente”, obteniendo de este modo todo o parte de sus nutrientes orgánicos, comúnmente exhibiendo algún grado de modificación adaptativa estructural.
La estricta dependencia que existe en este sistema, parásito-hospedador, permite considerar a los parásitos como uno de los factores más importantes que han influenciado la organización y evolución de los seres vivos. Son organismos ubicuos en todos los grupos zoológicos y algunas estimaciones sugieren que, del millón y medio de especies animales conocidas al menos el 10 % tienen vida parasitaria. El ser humano puede tener más de 340 especies de parásitos diferentes.
Etimológicamente la palabra parásito proviene de las voces “pará” que significa “junto a” y “sito” es alimentarse. Su aplicación en biología aparece como adjetivo en 1721, en el francés parasite, que se aplicó por primera vez en botánica y luego en zoología.
La posibilidad de encuentro del parásito con el hospedador se relaciona con la capacidad de supervivencia del parásito en el ambiente. Sin embargo, el cuerpo del hospedador y en consecuencias las variaciones de las características de los hospedadores, como tamaño, edad, longevidad, sexo,
etc. y su ecología, representan factores determinantes de la diversidad parasitaria que albergan. Entonces para entender el parasitismo debe considerarse simultáneamente la ecología del hospedador en el ciclo del parásito y las características del mismo, como parte del hábitat del parásito.
Los parásitos para ello han desarrollado adaptaciones especializadas con el fin de encontrar y explotar a sus hospedadores, y éstos a su vez, han desarrollado mecanismos para evitarlos o eliminarlos.
La asociación parásito-hospedador puede implicar diferente amplitud de rango de hospedadores. Así típicamente pocos parásitos utilizan un amplio rango de hospedadores, mientras que muchos están restringidos a pocos hospedadores.
Los parásitos no desean la muerte de su hospedador ya que lo necesitan para vivir y para persistir en el tiempo. Por ello el parasitismo tiende a la cronicidad y los parásitos bien adaptados, son poco patógenos para sus hospedadores. Por su parte los hospedadores intentarán defenderse y librarse
de sus parásitos elaborando una respuesta inmune, que en la mayoría de los casos es insuficiente y en otros es incluso la responsable directa de la patología originada.
Una pequeña porción de parásitos son de importancia médica y veterinaria, el resto es una parte integral de todo un ecosistema, formando parte de la biodiversidad global, y son generalmente desconocidos.
Registros históricos
La cuestión del origen y evolución del parasitismo, es como todo lo relacionado con la evolución, difícil de afirmar de modo definitivo.